jueves, 19 de abril de 2018

El milagro cotidiano

Nada hay más arrollador, en deporte, que un tipo con confianza. En ocasiones, también nos ocurre a nosotros que nos creemos capaces de cualquier cosa porque, a medida que vamos avanzando, encontramos, tras cada paso, una sonrisa, un triunfo y un reconocimiento.

Un tipo que se siente intocable es un tipo que se hincha de confianza. Esta arma, de doble filo por el peligro inherente de la relajación, es explotado por muchos equipos en cuanto saben que, tarde o temprano llegará la parada milagrosa o el gol decisivo.

El Atlético de Madrid, que no está defendiendo tan bien como indican sus números, está jugando con red desde hace poco menos de un lustro. Es el tiempo que ha pasado desde que el club decidió superar la depresión con dudas y postrarse ante un tipo que predica la fe en el trabajo y, sobre todo, en sí mismo. 

Es habitual que equipos de lejana propuesta y de ocasiones aisladas terminen exigiéndole por arriba y por abajo. Y cuando creen haber cantado el gol es cuando aparecen las manos salvadoras de Jan Oblak. Conviene creer en el estado de forma de un portero. Lo que no conviene es creer que siempre que yerres, aparecerá la mano salvadora de tu portero. Habrá un día que el ángel se caiga y será cuando queden los traseros al aire. En fútbol, defender bien implica no conceder al rival. Los milagros cotidianos, normalmente, tienen fecha de caducidad. Lo malo es llegar a la misma el día que menos lo deseas.

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