jueves, 24 de mayo de 2018

El punto débil

La osadía, como sentimiento implícito en el ser humano, nos conduce a un lugar sin vuelta; aceleramos hacia adelante, sin pisar el freno, sin pararnos a constatar las consecuencias del golpe, sin detenernos, ni siquiera, a considerar las causas del fracaso. La temeridad, por sorprendente, resulta emotiva y, en ocasiones, hasta simpática, pero no por ello deberíamos aferrarnos al impulso sino al análisis. No deberíamos constatar un hecho sin haber diseccionado, antes, el motivo de nuestras palabras.

Jurgen Klopp es un tipo osado. Lo sabían en Dortmund el día que le despidieron con honores y lo sabían en Liverpool el día que le dieron el timón de un barco a la deriva. Gusta de las transiciones rápidas, de la presión alta, del juego directo y de la velocidad arriba. Como disfruta con el vértigo, no ha encontrado mejor aliado, dentro de su sistema, que el egipcio Mohamed Salah. Salah, que entiende el juego como una competición contra sí mismo, se ha hartado de ganar carreras, de apurar jugadas y, sobre todo, de celebrar goles. De regreso al país de los sueños después de su pesadilla en el Chelsea, sus temporadas en Italia le sirvieron como acicate para aprender y como fertilizante para madurar.

El plan preconcebido, o tal vez la euforia mal contenida, ha llevado a Klopp a estimar que el punto débil del Real Madrid es Marcelo porque, según él, no defiende todo lo que debiera. Intento despejar mi mente, restregar mis ojos y leer de nuevo las palabras, y yo ,que tengo a Klopp por alguien sensato, no termino de entender cómo se puede considerar el eslabón más débil aquel arma que ha convertido al Real Madrid en diferente durante el último lustro.

Lo que Marcelo quita, lo devuelve multiplicado por diez. Cierto es que a su espalda, en ocasiones, se recuesta el ataque del equipo rival, pero no es menos cierto que en su costado se genera el ochenta por cierto del juego del equipo. Marcelo es un centrocampista que juega como lateral; un artista del juego que raramente se equivoca, que sabe jugar de frente, de costado y, hasta de espaldas, que llega al área con soltura y no encuentra complicaciones, cuando quiere, para ganar la línea de fondo.

El punto débil de Klopp es, realmente, el punto fuerte del Madrid. Igual Salah, ese tipo que devora carriles y se alimenta del espacio, se vea obligado a atender otras funciones porque si él juega libre, el Liverpool sabe que tiene una baza en el contragolpe, pero si es Marcelo el que encuentra libertad, el Madrid sabe que tiene una baza en el juego. Y al final, el que mejor juega, es, normalmente, el que termina ganando.

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