viernes, 11 de mayo de 2018

Pleno de confianza

Cuando un delantero está pleno de confianza lo remata todo, lo intenta todo, le sale todo. Un delantero pleno es un delantero feliz y un delantero feliz es la imagen de un equipo que cree en la victoria. Para los equipos menores, un delantero en racha es poco más que una póliza de seguros. Un seguro de vida porque para ellos, el gol, ese caramelo tan preciado que, normalmente habita en el paladar de los poderosos, no es sino el sinónimo de una salvación que cuesta demasiado esfuerzo.

La temporada 1999-2000 de Salva Ballesta fue poco menos que sublime. El Racing, entrenado por el paraguayo Benítez, fue un equipo irregular en sus resultados, pero brillante en sus chispazos. Aquel fue el año de la presentación de Munitis en la élite y fue el año en el que Salva se consolidó como un goleador de raza. Lo cierto es que Ballesta jamás volvió a repetir aquellos números y, aunque hizo carrera como delantero decente en la primera división española, nadie podrá olvidar jamás aquellos veintisiete goles que, en la temporada de la liga del Dépor, en la temporada del descenso de Betis, Atleti y Sevilla, le coronaron como el máximo goleador de la categoría.


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