martes, 29 de julio de 2014

Perder una semifinal y ganar un equipo

Cuando Nicola Rizzoli señaló el final de partido y, mientras las huestes rojiblancas celebraban su bocado de historia, Mourinho, viejo zorro de la réplica y la premeditación, se abalanzó hacia los micrófonos para reconocer, de buena ley, el triunfo del Atlético en Stamford Bridge y felicitar, de paso, su legendario pase a la final de la Copa de Europa. Pero aquel desquite en público seguía llevando el puyazo de quien sabía que, tarde o temprano, alcanzaría a saborear una venganza que tenía pensado en servir bien fría.

Aquella frase de "nos ha ganado un equipo en toda la expresión de la palabra" llevaba oculto el mensaje de quien envidiaba los recursos del rival y ansiaba por hacerlos propios. Fue una vez que roció de alcohol las heridas, cuando puso en marcha la maquinaria de rescate. Se trataba de rescatar a su equipo, pero se trataba, sobre todo, de rescatar a su ego. Un tipo con el palmarés y el reconocimiento del Mourinho, no podía permitir la insolente marca que ensuciaba su currículum tras un segundo año consecutivo sin levantar un solo título.

Un jugador por línea. Aquello es lo que ansiaba tener Mourinho para fabricar su equipo a la imagen y semejanza de aquel Atleti esculpido por Simeone y que había derribado todos los pronósticos en una templada tarde londinense. De repente, el ganador había dejado de serlo y la fe rojiblanca se había convertido en un camino de peregrinación de obligatoria réplica. Si alguien hizo aquel día un partidazo fueron Courtois, Filipe Luis y Diego Costa. Si buscan tres nuevos futbolistas en la plantilla del Chelsea, encontrarán la cara de estos tres tipos convertidos a la causa ganadora gracias al trabajo de un entrenador que les hizo creer en el milagro.

Ahora que el Atleti relame las heridas causadas por la marcha de tres de sus pilares e intenta recomponer el equipo a base de negociación indiscreta y rumor infundado, el Chelsea se va reconstruyendo como el equipo sólido en el que todos reconocieron un día la mano poderosa de José Mourinho. El mejor portero del mundo, un lateral izquierdo con alma de centrocampista y un delantero que saca petróleo en cada balón dividido. Todo el mundo sabe ya que el Chelsea perdió la semifinal de la Copa de Europa en su noche más aciaga. Pero, a cambio, se puede decir, que ha ganado un equipo para volver al mismo lugar común. Y esta vez, para dar el paso definitivo.

1 comentario:

futbollium dijo...

A veces hay que dar un paso hacia atrás, para dar dos hacia delante.

Un saludo