miércoles, 10 de mayo de 2017

Y entonces el Atleti dijo no

Todo se había puesto de cara. El ambiente, el marcador, la fe y hasta la congoja del rival. Los platos estaban puestos sobre la mesa, solamente faltaba degustar el banquete y entonces, como un chiquillo que se aburre de su juguete favorito, el Atleti dijo que no, que cambiaba de juego y que, además, no le apetecía sentarse a cenar. Y entonces regaló el balón, y traspasó la fe a su rival, y apareció Isco, y se acabaron los sueños. Por un momento, sólo por un momento, más de un...o nos vimos de pie en lo más alto de una cima llena de sueños. Nos han vuelto a eliminar. Si tiras de lógica, es sensato reconocer que ha sido hasta lo más lógico; son mejores, tienes más recursos, más poder y más pegada. Pero más allá de reconocimientos y felicitaciones, joder, qué bonito ha sido soñar aunque solo haya sido durante un rato. Qué bonito es sentirse orgulloso de tu equipo de fútbol aun cuando no ha conseguido el objetivo. Muchos buscan ganar. Es lógico. Es hermoso y gratificante. Es hasta extasiante. Pero más allá del logro final, somos muchos los que pedimos a nuestro equipo que no caiga, que siga en pie y que compita. El gol se compra con dinero y las copas se ganan con talento, pero el orgullo tiene un precio tan barato que a veces hasta causa sonrojo perderlo. Nos han vuelto a apear del camino y sin embargo lo sigo manteniendo. Hemos sido eliminados y sin embargo me voy a la cama sin una lágrima.

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