lunes, 5 de febrero de 2018

Entre el prado y el barro

Un gesto, una palabra, un guiño mal entendido, un desplante, una celebración silenciosa. Para los
carroñeros de la opinión, cualquier carnaza es buena a la hora de salivar ante un buen plato de carne cruda. Cualquier interpretación es inválida ante sus ojos porque sólo ellos tienen la potestad de rearbitrar el juego. Solamente ellos son los profetas de la desinformación.

Después de un partido gris y en veras de salvaguardar tres puntos y dosificar a su mejor goleador histórico de cara a compromisos futuros, Zidane decidió sustituir a Ronaldo cuando el Madrid dominaba en el marcador ante el Levante. Bastó un gesto equívoco ante la cámara, la solicitud de una importancia más capital a lo que ocurría en el terreno, para que los medios de soltaran su titular intrascendente. Prepárense para escuchar que Ronaldo es una diva, para leer que está molesto con su entrenador, para mirar una, o cien veces, una mirada de reojo que quizá signifique algo o seguramente no signifique nada. Da igual, ante la venta de carne nadie repara qué trozo puede o no estar podrido.

Siguiendo su estela de errores habituales, el ciudadano Piqué denunció las faltas de respeto de la afición del Espanyol, y lo hizo a su manera. Provocador, temperamental y concienzudo, Piqué sacó a relucir su dedo índice y los macarras de lo absurdo se precipitaron a señalar que sí, que también había sacado a pasear el meñique. Total, unos cuernos que para unos son sangrantes y para otros, el propio jugador incluido, absurdos. Nadie va a escuchar el desmentido y, sobre todo, nadie se va a parar en denunciar que en un estadio de fútbol se desee la muerte del hijo de un futbolista. Cosas tan aberrantes no se consideran producto de alta importancia porque interesa más vender papel rosa que hacer crónica negra. Desde ayer, a la lista de enemigos de Piqué se le suman otros cuantos espanyolistas. Y los negreros de la verdad siguen con el colmillo afilado porque saben que, en sus tertulias de sobremesa, seguirán teniendo vídeos interpretativos para mostrar y opiniones sesgadas para regalar. Es el negocio que no para.

Tras un partido muy serio del Atleti, regresando a su particular dosis de pasión, Griezmann afrontó un último lance con la calma de quien elige no arriesgar y la inteligencia de quien escoge la pelota por encima del pase incierto. Como parte de la afición sigue de uñas con él por sus ambiguas declaraciones estivales y como la otra parte le sugería un contragolpe que, a sus ojos, parecía letal, fueron varios sectores los que le recriminaron el pase atrás sin pararse a reflexionar sobre la importancia de los tres puntos que tenían en el bolsillo. El francés, hastiado por ser un príncipe sin corona, se revolvió contra su propio ego e hizo un desplante a un sector de la afición. De nada serviría decir que es un lance del juego donde todos están calientes, de nada serviría contarle a los desinteresados que los calentones se curan con hielo y los desplantes con cariño, de nada serviría informar si ya todos quieren opinar. Lo que nos espera, más allá de las interpretaciones, serán las elucubraciones. Una vez más, Griezmann tendrá un pie fuera del Atleti, su cabeza no está en el Metropolitano y sus intenciones, claro está, porque ellos ya todo lo saben, son las de marcharse por la puerta de atrás del equipo porque ya no aguanta más esta situación. Desde luego, más de la mitad de las cosas no serán verdad, pero entre informar verazmente y el difama que algo queda, ellos prefieren la mentira porque, como la mayoría de los animales, disfrutan más del barro que del prado.

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