martes, 13 de febrero de 2018

Chas y aparece a tu lado

En la sencillez está el secreto. En parecer que parezca sencillo, en hacer creer que no estás cuando realmente están en todos los sitios, en convertirse en indetectable sin la pelota y en imprescindible en el juego de equipo. Toca y vete, dicen los cánones. Toca, vete y busca el espacio. Y así una y otra vez.

Cuando el Betis perdió a Ceballos, fuimos muchos los que creíamos que había perdido la brújula sobre la que asentar el proyecto. Los que creíamos en el fútbol de Setién como un juego de salón, sabíamos que de sus intenciones sobrevivirían grandes minutos de juego, pero que el pilar fundamental había desaparecido. Había dudas sobre el estado de forma de Guardado y alguna confianza en el poderío llegador de Víctor Camarasa, pero nadie esperaba que el juego del equipo terminase flotando sobre la espalda de un chaval con personalidad de acero.

Fabián hace sencillo lo complicado. Conduce entre líneas para romper la presión, no entra al choque porque prefiere descargar y volver a aparecer cerca del área; allí, suele resolver de la mejor manera; a banda, al hueco o buscando una pared. En el mejor de los casos, dispara con lucidez porque confía en sus posibilidades. Es un tipo listo que, alejado del estilo rococó de Ceballos, busca un fútbol más neoclásico. En la jungla de la condición física, aparece un instante y vuelve a desaparecer. Y cuando crees que le ves, como dice la canción, hace “chas” y aparece a tu lado.

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