viernes, 3 de marzo de 2017

La perla de Montijo

Era ídolo y casi Dios, un mesías portugués que nos sacó de la rutina, el hombre que nos hizo soñar, el avión al que todos nos subimos para volar muy alto. Quisimos ser alguien, plantar cara, saltar en el barro, pero la realidad nos situó mucho más atrás de lo que hubiésemos deseado. Pero siempre estaba él, la tabla de salvación, la cicatriz en la herida, el motivo por el que sentirse orgulloso.

Tenía las piernas fuertes, la cintura elástica y una velocidad endiablada. Era tan zurdo que sólo utilizaba la derecha para apoyar, era tan imprevisible que había pocos defensores capaces de detener su ímpetu. El día que se levantaba mandón era capaz de levantar el estadio, otros días, más perezoso y más apagado en el ánimo, deambulaba como alma en pena sobre un césped encharcado. Pero nosotros siempre le esperábamos. Siempre estábamos dispuestos a cantar su nombre al ritmo de Queen. We will rock you. Paulo Futre.

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