jueves, 10 de mayo de 2018

Entreguerras

Su presentación en sociedad fue tan descarada que poco tardaron los tabloides en convertirlo en carne de suceso. Había nacido un tipo que les iba a dar mucho que hablar. Su aspecto era atractivo; pelo largo, rostro juvenil, mirada descarada. Y, además, sobre el césped se desempeñaba con todo el arrojo que se le solicitaba al centrocampista británico de la época; despliegue físico, fútbol directo, pierna fuerte y llegada al área.

Ray Wilkins siempre se desempeñó en periodos de entreguerras. Llegó al primer equipo del Chelsea con dieciséis años y a los dieciocho ya era capitán. Obligado por la jerarquía y por la necesidad de crecimiento, fichó por el Manchester United. Allí permaneció tres años y ganó una FA Cup. Era un United en reconstrucción, un United en continua crisis de identidad. Su capacidad competitiva le llevó a Italia. Aquel Calcio de los noventa era un fútbol más táctico que físico, más conservador que dinámico. Supo establecerse, porque el tipo sabía entregar el alma en cada partido, pero se marchó un paso antes de que el equipo se convirtiese en leyenda. Siempre al borde del éxito, marchó al París Saint Germain y, harto de peregrinar por el continente, regresó a su isla para convertirse en santo y seña del Glasgow Rangers.

La vida del trotamundos es la vida del aventurero. Fiel a un estilo y capacitado para el esfuerzo, no le cayó un sólo anillo a la hora de batirse el cobre contra los más fieros. No triunfó en lo más alto, quizá no fue un tipo establecido en la élite, pero todos sabían que allí existía un tipo por el que querer matar. Fue internacional absoluto durante ochenta y cuatro ocasiones y portó el brazaleta de capitán en una camiseta que, durante demasiado tiempo, ha estado buscando una identidad perdida. No renación Inglaterra con él, pero tampoco se levantó tras su marcha. Tipos con su espíritu han convertido el fútbol en un juego donde pasarlo bien es necesario, pero ganar es cuestión de necesidades.

Su corazón dijo basta hace poco más de un mes. Alcohólico y olvidado por muchos, aún sigue presente en el latido firme de miles de aficionados. El Chelsea le educó y el resto del mundo le admiró. Más allá del éxito, existe el compromiso. Más allá del detalle, existe el recuerdo.

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