martes, 24 de febrero de 2015

La teoría del caos

La teoría del caos dice que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo. Dicho de modo coloquial, todo suceso imprevisto puede desbaratar cualquier plan preconcebido.

El factor sorpresa, el verso suelto, el rebelde sin causa suele ser el tipo que desbarata planes por la virtud de la desaparición. El futbolista indetectable tiene ganados dos pulsos contra el rival; el primero es el de convencerles en el subconsciente de que no resulta un problema para ellos, el segundo es hacerles ver que sí es un problema una vez a aparecido allí donde no se le espera.

Saúl Ñíguez es un futbolista disperso, indefinido, desautomatizado. Le quedan por aprender muchos conceptos del juego; la presión organizada, el pase en corto, la ocupación de espacios, la estructuración mental. A su favor cuenta el hecho de no creerse un robot obediente, de saberse un héroe de batalla, de considerarse un tipo capaz de romper los esquemas.

Su fútbol es más parecido a la teoría del caos que al orden preestablecido. Desde un lugar indefinido del centro del campo aparece para tocar y desaparece misteriosamente; en su siguiente aparición, cual fénix resplandeciente, asoma en el balcón del área para conectar un cabezazo imponente, un chut imparable o un remate imprudente. Celebra júbilo, disputa con pasión, juega como un niño de barrio. En la ley del más fuerte, donde la jungla de piernas se convierte en un bosque de minas, Saúl, ejemplo del británico "box to box", se desenvuelve como un león hambriento. Porque lo suyo es devorar espacios, masticar rechaces. Generar el caos.

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